formando hilos de oro azul y negro,
para ondear al viento de la inmortal oscuridad.
Las estrellas mueren, contagiadas por mi pena,
que no soportan verme triste y desesperanzado.
De la luna llena soy, eterno compañero,
pues desde tan lejos, me ofrece su amistad.
Y aunque feliz no me hace, bastante me consuela.
Pétalos de flores negras llueven ahora,
ocultando la divina belleza de mi amiga.
No me dejes esta noche, llorando le pido,
y con su mágico poder, despeja el cielo de rosas,
para de nuevo ofrecerme su blanca compañía,
y así escuchar juntos, de los lobos el aullido.
Se acerca ya la hora de nuestra despedida,
pero no es posible que aumente mi tristeza.
Y aunque a separarnos el Sol nos obliga,
todo el día ocuparás mi corazón y mi cabeza.
Vivo para nuevamente ver tu dulce sonrisa,
que provoca en mí, la más agradable brisa.
*Muchas gracias a UN CAMINO DE POESÍA VIVA por editar el escrito que les mandé y publicarlo en su página el 17/08/2019
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