Lindo Serafín Azabache:
Soñé que eras enfermera de mi alma,
que compartíamos besos y caricias,
que mis labios eran tuyos,
y los tuyos eran míos.
Y aún así, tal vez seas tan fugaz como el alba,
tal vez olvide pronto tales delicias,
que no pasen de ser murmullos
y sentimientos baldíos.
Al fin y al cabo,
resultas imposible, como otras tantas,
pese a tu gracia y dulzura.
Al fin y al cabo,
eres más que una oscura santa,
y yo no alcanzo tu nivel de ternura.
Pese a que compartimos estilo, inteligencia y simpatía,
mi alma parece estar sola, perdida y vacía,
y tú eres una diosa egipcia que ya disfruta de compañía.
¿Puede ser que a uno de los dos le pierda su miopía?
Lindo Serafín Azabache:
Soñé que nos casábamos,
frente a la única
iglesia que ilumina,
la que arde.
Soñé que nos amábamos,
rodeados de rosas sin espinas,
noche, mañana y tarde.
Lindo Serafín Azabache:
Acepta mis humildes versos,
mientras yo me conformo con mis sueños.
Porque no acostumbro a intentar
aquello que debería suceder sin más.
Y ya lo que nos depara se mostrará,
y lo que tenga que ocurrir, ocurrirá.
14/05/2015
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